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El Papa Francisco, ha hablado mucho de la misericordia y el perdón de Dios, y también habló recientemente sobre la confesión sacramental. ¿Qué le gustó de su charla?
El Santo Padre estaba dando su audiencia de los miércoles – y es cuando ofrece una catequesis sobre algún aspecto de la fe – y habló sobre la confesión. Lo hizo de una manera muy sensata. En primer lugar, le dijo a la gente que él sabe que algunos se confesaron en los dos últimos días, otros se confesaron en las últimas semanas o meses, y otros no se han confesado por muchos, muchos años. Y luego bromeó: “¡Ahora, no levanten las manos!” Pero luego le dijo a la gente: “¡Váyanse! Pueden ir y recibir el abrazo de un Cristo compasivo.”
El Papa Francisco utiliza muchas metáforas que realmente se adhieren a la gente.
Lo hace. Él dijo algo hace unos meses que realmente me sorprendió cuando dijo que el confesionario no es una “cámara de torturas” sino un lugar donde nos encontramos con el Cristo que perdona. Es un lugar donde experimentamos la misericordia de Dios. El Papa Francisco usa esas palabras que nos recuerdan que el perdón de Cristo nos invita al confesionario.
¿Se presta muy bien la Cuaresma para ir a confesarse?
La confesión es importante todo el tiempo, pero la Cuaresma dirige nuestra oración a reflexionar sobre nuestros pecados, y la llamada del Señor Jesús a cada uno de nosotros a la conversión y la nueva vida. Esta es una práctica importante durante la Cuaresma – para que podamos nombrar nuestros pecados, y dárselos al Señor en el sacramento. Lo interesante sobre la confesión es que Dios no nos acusa, ni señala nuestras fallas y pecados. Nos acusamos a nosotros mismos. Nombramos y declaramos la forma en que nos hemos convertido, a no ser la persona que Dios nos ha llamado a ser, las maneras en las que hemos colocado un obstáculo entre nosotros y el amor de Dios y las maneras en las que no hemos sabido como amar a los demás. El Señor Jesús está allí, y nos toca en nuestro quebranto y nos dice, “Estás perdonado. Ve en paz.” Es el poder y la belleza del sacramento.
¿Por qué la iglesia nos pide que confesemos nuestros pecados a un sacerdote?
A veces la gente dirá, “Bueno, yo sólo puedo confesar mis pecados a Dios.” Eso es cierto. Al mismo tiempo, el sacramento nos otorga un íntimo y exclusivo regalo de misericordia y perdón de Dios. Cada vez que hago algo que no es de Dios, herir a otros, herir el cuerpo de Cristo, a la iglesia, tengo que reconciliarme con ellos. El sacramento de la penitencia no sólo nos da este encuentro con el Cristo que perdona, pero también nos permite reconciliarnos con la iglesia, el pueblo de Dios y con aquellos que hemos herido. Puedo confesar mis pecados a Dios, pero hay un encuentro único, especial, íntimo con el Cristo que perdona en el sacramento de la penitencia. El Señor Jesús está tan presente con nosotros en el sacramento de la penitencia como lo estaba con la mujer que estaba siendo lapidada hasta la muerte, a causa de su pecado. Cristo fue a rescatarla, la perdonó, la amó, y le dijo, vete y no peques más. Está tan presente con nosotros, como lo estuvo con el ladrón en la cruz cuando le dijo, “Estás perdonado. Hoy estarás conmigo en el paraíso.” Hay una presencia única del Cristo que perdona que viene a nosotros en la confesión.
Debe ser una gran responsabilidad, el escuchar confesiones de personas y ofrecer la absolución en nombre de Cristo y de la iglesia.
Es una gran responsabilidad. Durante mis casi 40 años de ministerio sacerdotal, esto ha sido una de las cosas de mayor humildad, por la que he sido llamado y hacerlo como sacerdote porque soy un pecador. Pese a que soy un pecador y he sido perdonado por Dios y reconciliado con la iglesia, Dios también me usa en mi debilidad, indigno como soy, para extender su misericordia a los demás y reconciliarlos con la iglesia. Antes de entrar en el confesionario, nosotros como sacerdotes tenemos que estar consciente de ello, y oro porque no somos nosotros quién habla, al darle a la gente alguna orientación sobre sus vidas, y ofrecerles el perdón de Cristo, sino realmente actuamos, y hablamos en nombre de Jesús, que es él, el sanador, el que perdona.
¿Qué consejos daría a aquellos que no han ido a confesarse por largo tiempo o durante muchos años?
Creo que el Papa Francisco acertó en algo cuando dijo que muy a menudo las personas piensan que la confesión es como una cámara de tortura o algo que temer, pero no lo es. Es un lugar donde el sacerdote nos extiende la dulzura, la misericordia, y el perdón de Cristo y la reconciliación con otros. Sin duda, yo he celebrado el sacramento con personas que acuden regularmente y con personas que han estado lejos de la confesión por mucho, mucho tiempo.
Qué les diría a aquellas personas que han estado retiradas durante mucho tiempo de la iglesia, es tiempo de examinar su conciencia. Te sugiero buscar no sólo en los Diez Mandamientos sino también en las Bienaventuranzas. ¿Cómo hemos fallado al no amar a Dios y nuestro prójimo? ¿Cómo hemos fallado de no cuidarnos a nosotros mismos? Hay muchos exámenes de conciencia. Entonces, si estás todavía confuso, sólo tienes que ir al confesionario y dile al sacerdote, “No he estado por aquí por muchos años, y estoy confundido y nervioso. ¿Me podría ayudar, y guiarme a través de esto?” Estoy absolutamente seguro de que el sacerdote sería muy amable e invitaría a esa persona a dar el paso y hacer una poderosa confesión. La confesión es simplemente esa gran oportunidad para volcar “nuestras cosas” en el Señor, y decirle, “Esto es lo que soy. Me acuso. Te lo entrego a ti.” Y, siempre, el Señor Jesús dice, “No sólo te perdono pero también te amo, y te doy un corazón nuevo y un espíritu nuevo.”
Preguntas para el Arzobispo Aymond pueden enviarse a [email protected].
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