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El 5 de marzo, se organizó un servicio de oración interreligiosa para poner fin a la pena de muerte en Luisiana. Incluso entre los Católicos, la pena de muerte es un tema polémico. ¿Puede explicar lo que enseña la iglesia?
Estoy agradecido del fuerte crecimiento del número de voces pro-vida contra la pena de muerte en la Arquidiócesis de Nueva Orleáns y el área metropolitana de Nueva Orleáns. Algunas personas no ven la pena de muerte como un problema de pro-vida. Sin embargo, si creemos en la santidad de la vida humana desde el vientre materno hasta la muerte natural, eso significaría que no podría fomentar la pena de muerte. Hay muchas personas en organizaciones pro-vida, tanto en nuestra Iglesia y otros grupos religiosos, quienes toman la excepción a esta enseñanza. Pero el Beato Juan Pablo II, desde luego, no tomó excepción a esto. Específicamente, escribió en el “Catecismo de la Iglesia Católica” (Nº 2267) que si “los medios no letales son suficientes para defender y proteger la seguridad del pueblo del agresor, la autoridad se limitará de tales medios.” También añadió una observación muy importante. Porque la sociedad moderna tiene los medios para impedir que una persona peligrosa no perjudique a alguien más, “los casos en que la ejecución del delincuente sea una necesidad absoluta “son muy raros, si no prácticamente inexistente.” Es difícil imaginar en nuestros días y tiempo en que sería una situación donde se justifica la pena de muerte.
¿Por qué debe ponerse fin a la pena de muerte?
En el Antiguo Testamento, la idea de en que la justicia era “ojo por ojo, y diente por diente.” Jesús vino y nos dijo que vamos a rehabilitar a las personas – a perdonarlos y a intentar ayudarles a reformar sus vidas.
¿Qué sucedió en el servicio de oración?
La Hermana Helen Prejean, quien ha sido una oponente vocal de la pena de muerte durante más de tres décadas, habló sobre su experiencia de conversión después de vivir en la urbanización de Santo Tomás y también sobre la necesidad de apoyar a las familias de las víctimas. Hemos oído desde que el Sr. Calvin Duncan, quien fue injustamente condenado por asesinato y pasó 28 años en la prisión de Angola, antes de que la evidencia fuera descubierta en 2003 de que él no cometió el crimen. Aunque el Sr. Duncan no fue condenado a muerte, su convicción ilícita debe darnos una pausa sobre el uso de la pena capital. También hemos escuchado del Sr. Tom Lowenstein, cuyo padre fue asesinado en 1980 y que aún está luchando con el perdón. El Sr. Lowenstein dice que la pena de muerte no es la solución y no ofrece ninguna solución a las familias. Estos fueron testimonios desgarradores… Hablamos de la cultura de la muerte, que hemos creado en los Estados Unidos y otras partes del mundo. Estamos llamados a vivir una cultura de vida. Hubo casi 400 personas en la Catedral, y oramos por quienes han sido asesinados, por sus familiares sobrevivientes y por aquellos que han perpetrado la violencia, para que puedan reformar sus vidas. Oramos por aquellos condenados a muerte para que puedan llegar a Dios y pedir perdón.
¿Cómo la vida en la prisión, sin posibilidad de libertad condicional, impacta el argumento de la pena de muerte?
Tenemos que preguntarnos a nosotros mismos, como sociedad, si tenemos derecho a quitarle la vida a una persona y quizás no darle a los perpetradores la oportunidad de reformar sus vidas y a la de hacer penitencia por lo que han hecho. La pena capital no permite a la persona la oportunidad de hacer penitencia. Estamos en favor de la cadena perpetua. También fomentamos la idea de la justicia restaurativa, que ayuda a las personas a someterse a algún tipo de cambio. Aunque sabemos que algunos presos son capaces del cambio, otros no lo son. Eso no significa que tenemos el derecho a quitarles sus vidas. Quisiera añadir que la mayoría de quienes han sido testigos de la ejecución de una persona que asesinó a uno de sus seres queridos, han indicado que no tienen más sentimiento de paz, tras haber presenciado la ejecución, de lo que lo tenían antes.
La semana pasada usted también tuvo la oportunidad de reunirse con unos 500 alumnos del último año de bachillerato de las escuelas Católicas del Northshore. ¿Qué le pareció?
Este es el tercer año que lo he hecho y siempre llego entusiasmado a la iglesia con los jóvenes adultos. El día fue patrocinado por la Parroquia de Nuestra Señora del Lago en Mandeville y el Padre John Talamo, el pastor. Tuvimos un discurso de apertura por la Hermana Marianita, Renee Daigle, y luego hubo un momento de oración ante el Santísimo Sacramento, seguido de la Misa. Después del almuerzo, tuve la oportunidad de interactuar con los estudiantes sobre cómo realizar la transición de la escuela secundaria al siguiente paso en sus vidas.
¿Estuvieron atentos?
Muchísimo. Ellos escucharon e hicieron preguntas frecuentemente. Muchos de ellos van a la universidad o a escuelas comunitarias, y algunos van a entrar al ejército o empezar a trabajar. Algunos no saben aún cuál será su siguiente paso, y les dije que eso estaba bien. Les pedí considerar algunos puntos importantes: en primer lugar, ser uno mismo; no trates de actuar, como si fueras alguien más. Estar cerca de Dios. Ser audaces en sus valores y en lo que ustedes son y en lo que creen. Ser audaces en los valores de Jesús. Ser perspicaces en cómo seleccionar a tus amigos. Ningún amigo real podría dejarte ir en contra de lo que es bueno o de lo que es de Dios. Ningún amigo real podría tentarte.
Vivimos en un mundo, hoy en día, en el que hay muchas maneras de poner nuestras vidas en peligro. Les pedí que buscaran el campus del ministerio de la escuela a la que ellos asisten para que puedan conocer a otras personas que tienen valores similares. Hubo buena interacción. Lo digo con gran sinceridad que la iglesia de jóvenes adultos de hoy, bendice a nuestra sociedad y a nuestra Iglesia y nos da mucha esperanza de que ellos sean buenas personas familiares y líderes para el futuro. También hablé de discernir su vocación en la vida, muchos de ellos están llamados al matrimonio, algunos a la vida de solteros y otros para el sacerdocio y la vida religiosa. Les pedí que pensaran seriamente en lo que Dios les está llamando para ser. Tengo gran confianza en ellos.
Pueden enviar preguntas al Arzobispo Gregory Aymond a clarionherald@clarionherald.org.
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