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Domingo 24 Tiempo Ordinario
Lucas Capitulo 15: 1-32
Septiembre 15, 2013
Tenemos tres parabolas en este capitulo: la del Hijo Pródigo, la oveja perdida y la moneda perdida. Las tres tocan el tema de la salvación.
La mas famosa y conocida de todas las parábolas de Jesús es la del Hijo Pródigo. Tiene un encanto especial su contenido y el drama descrito. Es una obra maestra de la pluma de San Lucas.
Sin embargo la interpretación varía: la mayoría de las interpretaciones se refieren a los seres humanos que han abandonado a Dios o a su iglesia o a su familia.
No es la parábola del hijo pecador, sino del hijo derrochador de sus riquezas. Eso es lo que significa la palabra “pródigo.”
Pero hay otra interpretación: el hijo prodigo es Jesus. Jesus pide a su Padre que le entregue su herencia. Esto no era considerado un acto de rebeldía en la comunidad judía. Y la herencia de Jesus son las naciones, somos nosotros.
El abandona la casa de su Padre, que es el cielo y se viene a un país muy lejano. Se hace hombre y viene a vivir con nosotros los pecadores.
Dice que derrochó toda su riqueza con pecadores, con enfermos, endemoniados. Y por eso fue duramente acusado por los fariseos.
San Pablo dice que esta encarnación de Cristo, significa que “se vació a si mismo tomando la naturaleza de un siervo.” (Fil.2: 6-8)
Lo dio todo: hasta su propia sangre. Ni siquiera retuvo sus vestidos.
Fue enviado a cuidar cerdos, que son animales impuros. Sobre el cayeron todas nuestras dolencias, eran nuestros pecados los que cargaba. Hasta el punto que San Pablo dice que su Padre “lo hizo pecado.”
Se levanta para regresar a la casa del Padre, el día de su resurrección y ascensión al cielo. Y ofrece el perdón por nuestros pecados, y nos alcanza el perdón del Padre. “Padre he pecado contra ti.”
El Padre siempre lo estuvo esperando, y cuando llegó, lo abraza, lo besa y lo viste de gala y de victoria. El vestido nuevo es el cuerpo glorificado de Jesus.
Le da un nombre que esta sobre todo nombre, y con el celebra el banquete del reino de los cielos.
Hubo algunos que no quisieron recibir a Jesus, y no quisieron entrar al banquete. Es el hijo mayor, el pueblo de la antigua alianza que no quiso entrar al banquete.
Somos salvados porque Cristo vino a rescatarnos, porque Cristo pagó el precio de nuestro castigo, porque venció a la muerte, porque regreso a la casa del Padre. Por eso dice que algún día vendrá por cada uno de nosotros y nos llevara a esa misma casa de su Padre y alli tendremos una fiesta.
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