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Más de 100 sacerdotes se reunieron la semana pasada en el seminario de Notre Dame, para un taller sobre el cultivo de unidad entre los sacerdotes. El tema específico era el tipo de formación sacerdotal que los sacerdotes han recibido en los últimos 60 años, y los cambios en la iglesia y en la sociedad, durante ese tiempo. Algunos sacerdotes fueron ordenados antes del Vaticano II, otros durante los cambios radicales del Vaticano II, y otros en la época después del Vaticano II.
¿Por qué era importante de abordar el tema?
Hace unos dos años tuvimos una convocatoria importante para los sacerdotes, que fue presentada por el Padre, Stephen Fichter de la Arquidiócesis de Newark, y por Dominic Perri, quien es consultor de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos. En aquel momento nos identificamos con una fuerte unidad entre el presbiterio, pero también vimos algunos desafíos en esa unidad. Uno de esos retos era la diversidad cultural – haciendo hincapié en la necesidad de llegar a una comprensión más profunda y el aprecio por nuestras diferentes culturas, y asegurándose de que el racismo nunca entraría en nuestras relaciones con otros sacerdotes. Tuvimos una reunión en la primavera pasada, para hablar sobre lo importante que era como un presbiterio, apreciar nuestra diversidad de cultura.
El segundo desafío que identificamos fue, la diversidad en lo que llamamos “eclesiología” – un sacerdote que comprenda la “iglesia.” Tenemos sacerdotes que se formaron antes de la década de 1960, algunos durante el Concilio Vaticano II al principio de 1960, otros, después del Vaticano II a finales de la década de 1960 y en los años 70, y desde entonces es lo que llamamos a los sacerdotes “milenarios,” quienes fueron ordenados desde 1990 hasta la actualidad. Como sacerdotes, todos nos comprometemos a Cristo y a la formación sacerdotal. Pero la manera en que nos formamos y nos enseñaron a llevar a cabo nuestro ministerio, puede variar un poco. El gran teólogo Jesuita, Cardenal Avery Dulles, dijo una vez, hay muchas imágenes legítimas de la iglesia y esas varían debido a la eclesiología.
Me emocionó más que a los 100 sacerdotes que participaron en el taller. Fue un paso importante en la formación de una mayor solidaridad como presbiterio, y nos ayudó a mejorar a comprender mutuamente, en cuanto a nuestra imagen y comprensión de la iglesia y la forma en la cual ponemos atención pastoral.
¿Son las diferencias relacionadas al tipo de formación de los sacerdotes recibidas en el seminario en los últimos años?
Sí. El taller realmente nos impactó, porque nos dio una mejor comprensión de lo que estaba sucediendo, no sólo en la iglesia, pero en los Estados Unidos en el mundo y en la sociedad. Si, nos dimos cuenta o no o si nos gustó o no, esas influencias culturales nos ayudaron a la formación de nuestro intelecto y también a formar algunas de las maneras en que nos ocupamos al lidiar con situaciones, conflictos y teología. Observando los factores dominantes en los diferentes periodos de tiempo en los últimos 60 años, podemos llegar a una mejor apreciación de donde un sacerdote particular viene, basado en su formación, la capacitación teológica que recibió y sus experiencias personales del sacerdocio. Todo el mundo fue afectado por lo que estaba sucediendo en la Iglesia y el mundo en aquel momento. A veces oigo hablar del Vaticano II, como que el Vaticano II fue el “problema” con la iglesia. El Vaticano II no fue el problema. El Vaticano II fue inspirado por el Espíritu Santo, y fue un momento profético para la iglesia. Si hubo alguna debilidad, tal vez fue la forma en que hemos implementado o no, las enseñanzas del Vaticano II en los 10 ó 20 años que siguieron. Cuando hablamos del Vaticano II, también tenemos que poner en contexto los cambios significativos que se producen en el mundo en el momento. Hubo la revolución sexual, y el colapso de la autoridad y cambios significativos en la sociedad y la familia. Todas esas cosas complican lo que sucedió en la década de 1960 y 1970.
¿Cómo cree que esta diversidad de estilos sacerdotales afecta a la persona laica?
Sé que son afectados por estas diferencias. Escucho esto en conversación informal y también cuando la gente me escribe cartas sobre los sacerdotes, diáconos y a veces, incluso hablan de los ministros laicos. Los feligreses se acostumbran al estilo de una persona y pasan un tiempo muy difícil ajustándose al estilo de otra. Eso es lamentable, porque nosotros no estamos llamados a ser iguales; nosotros estamos llamados a ser fieles. La gente se acostumbra al estilo de un sacerdote, y piensan que todos los sacerdotes deben tener la misma mentalidad y el mismo corazón. Eso es una expectativa injusta. Cada sacerdote – y cada obispo, añado – tiene sus dones y sus debilidades. Hay cosas que yo hago que le gusta a la gente. Hay cosas que yo hago que molestarán terriblemente a las personas. Espero que podamos llegar al punto de aceptar al sacerdote o al obispo, respetándolo y adaptándose a él, lo mejor que podemos.
¿La reunión fue fructífera?
Sí. Los comentarios que recibí de los sacerdotes fueron muy positivos. Estaban agradecidos que lo hicimos. Esto fue un importante paso hacia adelante. No es el final de la conversación. Debemos continuar construyendo sobre esto, y me siento muy optimista de que lo podamos hacer. En la Arquidiócesis de Nueva Orleáns, entre nuestros sacerdotes, hay un gran sentido de respeto a nuestra diversidad, y hay una gran unidad. Todavía hay más que podemos hacer, para construir en eso. No estamos llamados a ser iguales o a pensar igual. Nosotros estamos llamados a ser sacerdotes buenos, dedicados, comprometidos con Jesucristo. Estamos llamados a representar siempre las enseñanzas de la iglesia, y para enseñar a las personas con integridad y entusiasmo. Nosotros estamos llamados a celebrar los sacramentos de una manera que invite a las personas a una relación más profunda con Jesucristo. Y nosotros estamos llamados a ser buenos pastores. La manera en que lo hacemos va a variar, debido a nuestra formación y a nuestra personalidad. Pero cuando llegemos a conocernos unos a otros, y darnos cuenta de los diversos movimientos en la iglesia y en el mundo durante esos períodos de tiempo, podemos llegar a ser más comprensivos el uno con el otro.
Se pueden enviar preguntas para Arzobispo Aymond a clarionherald@clarionherald.org.
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