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Por Arzobispo Gregory M. Aymond, Clarion Herald
Entre los muchos documentos del Concilio Vaticano II, en particular la “Constitución Pastoral, sobre la Iglesia en el Mundo Moderno”, la Iglesia nos anima a examinar los “Los signos del fin de los tiempos” e interpretar esos signos a la luz del Evangelio.
Hay muchos problemas actuales que, requieren nuestra atención y, requieren que los interpretemos a la luz de los valores de Jesús. Me gustaría reflexionar sobre algunos.
El primero es el racismo. El racismo está vivo y bien marcado en los Estados Unidos y, también, en la Arquidiócesis de Nueva Orleáns. Debido a la raza, a veces se pasa por alto o, se trata injustamente a las personas. Es Jesús, quien nos recuerda que, Dios nos ha creado a todos a su imagen y semejanza y, que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Una de las formas en que nosotros en la arquidiócesis hemos respondido al racismo en nuestro medio es, patrocinar caminatas de paz mensuales, coordinadas por nuestro Comité de Armonía Racial. Ese comité, también, está ansioso y disponible para presentar talleres en parroquias o deanatos, que nos animan a todos a respetarnos unos a otros y, a ver a Cristo en los demás.
A veces, escuchamos a la gente decir: “No hay racismo en nuestra comunidad”. A veces, esas mismas comunidades han sido cegadas al pecado del racismo y, necesitan oración y autoexamen.
La inmigración es, otro tema que necesita nuestra atención. Somos conscientes de que muchos niños indocumentados en centros de detención en los Estados Unidos, no reciben un trato humano y, a menudo, son separados de sus familias.
La Iglesia Católica, nunca ha dicho que Estados Unidos debería simplemente abrir sus fronteras y, dejar que todos entren. Sin embargo, la enseñanza social Católica, nos recuerda que nosotros, como nación, debemos llegar a aquellos que huyen de la persecución en su tierra natal y, desean un lugar más seguro y, mejor calidad de vida.
Debemos alentar a nuestros representantes del Congreso a que, observen detenidamente nuestras leyes de inmigración, para encontrar una manera de fomentar la justicia y la caridad.
En años recientes, lamentablemente, hemos experimentado tantos asesinatos en masa, lo que plantea la cuestión de exigir mejores verificaciones de antecedentes para los propietarios de armas o, alguna forma de control de armas.
No tengo la respuesta, pero rezo y, le ruego al Congreso que estudie detenidamente este tema. Ninguna comunidad en Estados Unidos es inmune a la violencia, e incluso, al asesinato en masa. Vemos violencia en nuestra propia arquidiócesis, a veces con armas, otras con palabras. Debemos convertirnos en una sociedad más respetuosa y, encontrar mejores formas de resolver nuestras disputas.
Escuchamos de vez en cuando sobre la trata de personas, pero a veces no nos damos cuenta de que este es un problema grave en el área de Nueva Orleáns. Se dice que la I-10, es uno de los corredores más frecuentes para el tráfico de personas. Tenemos muchas personas en la arquidiócesis que se comprometen a brindar seguridad a quienes están siendo utilizados. La trata de personas es, la esclavitud moderna.
Ciertamente, esto no pretende ser una lista exhaustiva de las preocupaciones de justicia social. Esto, puede servir como un comienzo para que todos escuchemos un poco más atentos y sensiblemente, los problemas de nuestra sociedad que, no reflejan los valores de Jesús.
Las preguntas para el Arzobispo Aymond pueden enviarse a: [email protected].