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Por Arzobispo Gregory M. Aymond
Estuvo cerca de dos mujeres que murieron recientemente: la ex gobernadora de Luisiana, Kathleen Blanco, y la presentadora de noticias de Fox 8, Nancy Parker. ¿Puede hablar de cada una de ellas?
Ambas eran mujeres de profunda fe, y tuve el privilegio de haberlas conocido.
No estaba en la ciudad cuando la gobernadora Blanco sirvió de 2002 a 2006 como gobernadora de Luisiana, pero sirvió con distinción, durante algunos de los momentos más oscuros que nuestro estado haya experimentado. El huracán Katrina fue una catástrofe para tantas familias e individuos en Luisiana, y la gobernadora Blanco fue firme en ayudar al estado y a sus ciudadanos a recuperarse. Su vida con Dios a través de la Iglesia, siempre fue lo primero en su corazón. Cuando ofrecí una oración en el servicio interreligioso por ella la semana pasada en la Catedral de San José en Baton Rouge, recordé que la Catedral era su parroquia, mientras gobernaba el estado a través de tiempos de alegría y paz, y a través de tiempos turbulentos de penurias y oscuridad. Ella nunca cedió a la desolación, sino que más bien, renovó su espíritu a través de su gran confianza en la providencia de Dios, para compensar lo que carecía de poder y respuestas fáciles. Estamos agradecidos por su servicio y su fortaleza, que dio esperanza a la gente de nuestro estado, en todos los momentos en que la esperanza era más necesaria.
En cuanto a Nancy, debo decir que, conozco a muchos miembros de los medios de Nueva Orleáns a nivel personal, pero cuando regresé a Nueva Orleáns en 2009, ella y yo, nos conectamos bastante rápido y, nos hicimos amigos. Al igual que la gobernadora Blanco, Nancy era una mujer de fe y familia. Primero puso la fe y la familia y, luego su profesión como periodista y presentadora de televisión. A menudo teníamos conversaciones sobre la fe en Dios. Descubrí que era una mujer increíble, que tenía la capacidad de llegar a las personas y ayudarles a apreciarse de manera más profunda. Atesoro nuestra amistad.
La gobernadora Blanco, murió después de una lucha de casi dos años con cáncer ocular. Eso tenía que ser difícil para ella y su familia.
Lo fue, pero fue aún más notable la forma en que la gobernadora Blanco soportó sus sufrimientos y, se conectó con los sufrimientos de Cristo. Siempre tuvo sus prioridades claras: la fe y la familia primero, y su carrera fue la tercera. Hablé con muchas personas que habían trabajado con ella durante su mandato como gobernadora, y me dijeron que apreciaban su liderazgo y amabilidad con tanta gente. Ella, fue la primera mujer gobernadora de nuestro estado, lo cual es una tremenda distinción. Su esposo Raymond, a quien todos conocen como entrenador, ha pedido nuestras oraciones y apoyo. Fue un esposo fiel, que estuvo junto a su esposa durante toda su vida, y especialmente, en su época de enfermedad y muerte. Toda la familia Blanco, nos dio un ejemplo de cómo llegar a Dios, mientras Él, nos llama a sí mismo. Aunque ella ya era la ex gobernadora cuando me convertí en arzobispo de Nueva Orleáns, la veía en muchas funciones, y siempre fue amable y, me aseguró sus continuas oraciones por la arquidiócesis. Les pido a todos en la arquidiócesis que, se unan en oración común al único Dios por el bien de nuestro país y, nuestro estado. Elevamos a nuestra hermana a la misericordia de Dios, que la sostuvo tan profundamente durante toda su vida. Que ella conozca la paz de Dios, que está más allá de todo lo que dice. Que ella experimente la plenitud del reino de Dios en el cielo.
¿Qué le impresionó más de Nancy Parker?
Ella era una muy buena narradora. Agradecemos a Dios por la historia de su vida, por su familia y por su fe, y los muchos regalos que Dios le dio. Todavía estamos conmocionados por su inesperada muerte. Todavía estamos sufriendo. La extrañamos e invitamos a Dios a nuestro dolor. La entregamos al Señor para que ella tenga la plenitud de la vida eterna en el reino de Dios, como el Señor lo ha prometido a aquellos que son sus discípulos. La historia de Nancy tiene un capítulo importante: la fe. Ella tenía una fuerte fe en Dios. Ella sabía que era la amada hija de Dios, y eso le dio sentido a su vida. Se colocó a sí misma, a su esposo Glynn y, a su familia en las manos de Dios. En mis conversaciones con ella sobre Dios y la fe, fue muy claro para mí que sus preguntas e ideas sobre Dios, mostraban la profundidad de su deseo de conocer a Dios personalmente y, de encontrar al Señor Jesús. Ella me inspiró con su fe. A menudo decía que su familia era su todo. El don de periodismo de Nancy como reportera de televisión, combinado con su calidez y, encanto personal, le permitió traer luz a la vida de los demás. En un mundo en el que vivimos hoy, donde experimentamos palabras duras y juicios, esa no fue Nancy. Ella fue un gran regalo de gentileza y esperanza.
Las preguntas para el Arzobispo Aymond, pueden enviarse a: [email protected].