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Uno de los principales resultados del plan estratégico para las escuelas Católicas era establecer una estructura consistente a nivel escolar para las escuelas primarias y secundarias. ¿Por qué era tan importante esto?
Nuestras discusiones sobre la estructura del nivel escolar estuvieron muy involucradas en los últimos dos años, pero me atrevo a decir, que muchas de esta conversación, han tenido lugar durante los últimos 45 ó 50 años. En última instancia, esto se hizo para garantizar el bienestar a largo plazo y el crecimiento de nuestra familia de las escuelas Católicas. Simplemente, es la hora de abordar este problema de forma consciente a través de la oración y el diálogo. Comenzamos por tener expertos externos y consultores de la Universidad Católica, para mirar nuestra situación y formular recomendaciones. Ayudó tener personas de a fuera para identificar los retos que enfrentamos. Sin saberlo, en los últimos 50 años, hemos traído algunos de esos retos a nosotros mismos. El estudio recomendó que ofreciéramos desde el jardín de infancia hasta el séptimo grado en las escuelas primarias, y del octavo grado hasta el 12 en la escuela secundaria. Después de mucha oración, investigación, consulta y debate, estuvimos de acuerdo con esta recomendación. Creemos que este cambio será proveer a cada niño en nuestras escuelas una transición uniforme de la escuela primaria a la secundaria, y dar a las escuelas a una forma más estabilizada para planear su currículo, y las finanzas de un año al otro.
Obviamente, esta decisión afecta a todas las escuelas, pero afecta a algunas escuelas más que otras.
Realmente creo que todas las escuelas tendrán que hacer un sacrificio en este sentido. Tratando de planificar el futuro, tomamos en consideración las necesidades y preferencias de todas nuestras escuelas. Comparo esto a una familia. En una familia, el regalo perfecto no siempre es el regalo que es mejor para una persona, sino el que es mejor para toda la familia. Sinceramente, creemos que estas decisiones fomentarán el bienestar y la longevidad de nuestras familias en las escuelas Católicas y de la arquidiócesis. El cambio siempre es difícil, y yo simpatizo con aquellos que son afectados por esto. Sé que algunas personas sienten una decepción, del que no se hayan hecho excepciones para ciertas escuelas. Pero, para poder ser buenos administradores, en términos de liderazgo pastoral y para que seamos personas de integridad, tenemos que mirar qué es lo mejor para toda la familia de las escuelas, y tomar decisiones que beneficien a toda la familia. Tenemos que reconocer que nuestras familias en las escuelas están atravesando tiempos difíciles. Se podría incluso considerar una crisis porque queremos asegurar la vitalidad de las escuelas Católicas en el futuro, y proporcionar la mejor educación y formación Católica. Creemos que esta uniformidad, la estructura consistente a nivel escolar, nos lo permitirán hacer esto. En comparación con otras diócesis, hemos tenido gran diversidad en la estructura consistente a nivel escolar, y esto ha producido un sentimiento de confusión y caos. Donde hay confusión y caos, no hay buena mayordomía y tal vez ni lo mejor en educación. Esperamos que esta nueva forma de hacer las cosas, nos traiga enfoque, y estabilidad a una situación que se ha convertido en algo inmanejable. Realmente aprecio, y estoy profundamente agradecido por la increíble cooperación que hemos recibido de los directores, presidentes, pastores y superiores religiosos. Incluso, cuando las excepciones que las escuelas habían pedido, no les fueron concedidas, hemos tenido conversaciones muy honestas, y útiles, y eso nos ha ayudado a avanzar para el bienestar de la familia de las escuelas.
Uno de los retos en el futuro será el diferencial de matrícula que actualmente está siendo cobrado a los de octavo grado en la escuela primaria y octavo grado en la escuela secundaria.
Hemos sugerido informalmente y sugeriremos formalmente a las escuelas secundarias, que den seria consideración para el ajuste de matrícula de octavo grado para dar cabida a las familias que hubieran preferido mantener a sus hijos en las escuelas primarias para el octavo grado. También vamos a preguntar – y esto variará de una escuela a otra – que algunas becas estarán a disposición para ayudar a estudiantes de octavo grado que habría podido costear sus estudios en una escuela primaria pero tendrán problemas para hacerlo en la escuela secundaria. La capacidad de hacerlo variará de una escuela a otra, pero creemos que nuestras escuelas secundarias están conscientes de este reto, y querrán extender la generosidad y la caridad siempre que puedan.
Otro posible motivo de preocupación para el futuro es la frágil naturaleza del programa estatal de becas o cupón. ¿Qué a cerca de eso?
Estamos muy agradecidos por el programa de becas estatal, porque eso nos ha permitido ayudar a educar y ofrecer formación Católica a 3.241 estudiantes. También sabemos que el programa de becas ha sido cuestionado legalmente, y la legislatura del estado tiene que aprobar su continuación cada año. Esperamos que permanezca en su lugar, porque nos ayuda a ofrecer educación Católica a aquellos que la quieren pero que de otra manera no podrían pagarla.
¿Qué pasa con los futuros retos financieros, tanto para individuos como para las parroquias?
La Comité que trabajó en este aspecto del plan surgió algunas ideas. Una podría ser, una segunda colecta en todas las diócesis tomada anualmente en todas las parroquias. También hubo una recomendación que acogería una cena anual para recaudar fondos para las escuelas Católicas. El Comité también está sugiriendo que cobrará un precio módico a los estudiantes que están en las escuelas Católicas con el fin de proporcionar fondos para otros que no pueden costearla. La realidad más grande es que con el pasar del tiempo, la educación Católica se hace más cara. Hay un gran número de personas que deseen asistir a las escuelas Católicas, pero no pueden. Hay muchos niños en nuestras escuelas Católicas que no pueden pagar el total de la matrícula, y que son becados por las parroquias o por la propia escuela. ¿La pregunta más grande es de donde viene el gran “cubo de dinero” que pueda sostener la educación Católica por muchas décadas en el futuro? Para ser verdaderamente eficaz, ese fondo tendría que ser millones, y millones y millones de dólares. Desearía tener una solución, y ojalá que el Comité y los consultores con quienes estaba trabajando tengan una solución, pero todavía estamos viendo muchas posibilidades. Es extremadamente difícil. Una sugerencia es que aquellos que han podido beneficiarse y valorarse con una educación Católica estarían dispuestos a proporcionar una beca para un nieto o tal vez para un niño que no conocen. Eso sería una gran bendición para un niño y a nuestra comunidad.
¿Consideraría una campaña capital para la donación a una escuela Católica?
Algunas personas han sugerido una campaña capital para la educación Católica, y eso ha sido considerado por muchos grupos consultivos. Debemos profundizar en el estudio para determinar si ese fondo sería capaz de reunir suficiente dinero para sostener la educación Católica. Idealmente, una gran donación que permita utilizar el interés para la ayuda de becas, sería una tremenda bendición. Tenemos que poner todas estas necesidades en oración. Nuestras escuelas educan a los niños, y les enseñan la fe. Ellas producen individuos inspirados que apoyan una comunidad. Son fundamentales para la misión de Jesús en nuestra arquidiócesis, y necesitan nuestro apoyo.
Pueden enviar sus preguntas al Arzobispo Aymond a: clarionherald@clarionherald.org.
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