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Usted debe estar muy emocionado, por la exposición del Beato, Juan Pablo II, que ya está abierta al público en el Museo de Arte de Nueva Orleáns. ¿Cuáles son sus mejores recuerdos de su visita en 1987?
Yo fui uno de los maestros de ceremonia, en la Misa al aire libre, en la Universidad de Nueva Orleáns, y como todos los demás, recuerdo que lloviendo cantaros, cuando esperábamos que la Misa empezara. Todos nos mojamos, y entonces, después de que todos estábamos empapados, el Santo Padre llegó, y la lluvia disminuyó. Cuando la Misa comenzó, paró la lluvia. Estaba algo protegido de la lluvia, porque estaba bajo el toldo del altar papal, pero incluso bajo el toldo, había charcos de agua por todo el santuario temporal. Recuerdo la Misa, como una experiencia muy espiritual, y un momento muy significativo para nuestra ciudad. Fue una época de gran bendición para nuestra arquidiócesis. Sin duda fue un motivo de orgullo sano para Arzobispo Hannan. Realmente, él fue el encargado de la invitación al Santo Padre, y de asegurarse de que él, se sintiera cordialmente bien venido, y bien cuidado mientras estuvo aquí.
Usted era rector del Seminario de Notre Dame en ese tiempo. ¿No estuvo el Papa, al lado de la residencia del arzobispo?
Sí. Recuerdo algo con mucho cariño, de algo que sucedió después de la Misa. Al Santo Padre lo condujeron hacia la residencia del arzobispo en el Papamóvil, y era conducido alrededor del círculo, frente al seminario. Allí estaba un coro polaco, que le cantaba. Fue organizado por el secretario del Arzobispo Hannan, quien era de origen polaco. El Papa por supuesto escuchó el coro y se le abrieron los ojos. Intentó abrir la puerta del Papamóvil, pero el personal del servicio secreto la cerró, y le dijo que no. Entonces el Arzobispo Hannan decidió que iba a ser más valiente, y abrió la puerta, y se la serraron de nuevo. Por desgracia, no había forma que el equipo de seguridad iba a dejar que el Santo Padre saliera a reunirse con los miles de personas que estaban allí. Por lo tanto, el Arzobispo Hannan perdió esa ronda. Él no perdió mucho.
¿Cuáles son sus esperanzas de la exposición?
Pedimos a Dios que nos bendiga, también a la exposición para que no sea sólo un proyecto de museo, sino una experiencia espiritual. Estamos encantados de presentar esta exposición en la arquidiócesis, pero sabemos que tendrá un impacto mayor en las personas de nuestro estado y muchos estados vecinos.
No tengo la manera de expresar el agradecimiento, tanto para el Museo de Arte Bíblico de Dallas, que copatrocina la exposición, como al Museo de Arte de Nueva Orleáns, que ha proporcionado un espacio tan hermoso para las fotografías, artefactos sagrados y arte sagrado, que serán expuestos. Scott Peck y R.J. Machacek, del Museo de Arte Bíblico en Dallas, han sido increíbles en compartir sus conocimientos y sus obras de artes, y Susan Taylor de NOMA, con quien ha sido un placer trabajar.
Nada de esto habría sucedido sin el liderazgo, compromiso y perseverancia de, Wendy Vitter, quien coordinó cada paso del proyecto para la arquidiócesis. Estoy tan agradecido por ver los frutos de su labor. También, veo esto, como una exposición que puede ser disfrutada y apreciada por la gente de muchas religiones diferentes. El Rabino Ed Cohn del templo Sinaí, comentó, cómo el Beato, Juan Pablo II fue, desde su infancia, un devoto amigo del pueblo judío. Había una madre judía que haría dos almuerzos cada día – uno para su hijo y otro para el futuro Papa.
Como dijo el rabino Cohn, el Papa Juan Pablo II fue un hombre que verdaderamente había sido alimentado y continuamente fue alimentado por una fe vital y dinámica. Él ejemplificó todo el mundo, a través de su vida larga y digna, lo que significa tener fe. Él sabía que tener fe, era saber que nunca estaremos hambrientos, y que podemos cuidar el uno al otro, así como nuestro gran pastor, que nos ama, quiere que hagamos.
Hay mayor conciencia ahora del papado, y todo lo que es debido a los preparativos que se están realizando, para elegir al sucesor del Papa, Benedicto XVI.
Es realmente providencial, que esta exposición está teniendo lugar ahora mismo. El Papa, Benedicto XVI, fue el sucesor del Beato Juan Pablo II, y sé que habrá intenso interés en la vida, el ministerio y el liderazgo del Beato Juan Pablo. La exposición también recupera, para nosotros, su visita a Nueva Orleáns y a los Estados Unidos, y tenemos una oportunidad especial para mirar otra vez esa visita, y lo que significaba para nosotros hace mucho tiempo. Su visita tuvo efectos espirituales a largo plazo en muchos en esta comunidad, y más allá.
Reflexionando sobre mis recuerdos de 1987, recuerdo haberme sorprendido, cuántos en la comunidad interreligiosa abrazaron a Juan Pablo II, y le dieron la bienvenida como un pastor amoroso y Santo.
¿Hay una obra de arte que realmente le llama más la atención?
Creo que es el crucifijo de bronce, hecho por Gib Singleton, cuya versión de la cruz arqueada, fue utilizada por el Papa, Juan Pablo II, como su báculo. Era un símbolo tremendo del sufrimiento de Cristo, pero también, el Cristo que resucitó. Como sabemos, Juan Pablo II, siempre dijo, que es Cristo quien es el pastor, y él quería seguir el ejemplo de Cristo. Llevaba ese báculo por donde él iba. Hay fotos de él, usándolo aquí en Nueva Orleáns.
¿Puede ser esto una oportunidad, para los jóvenes Católicos, que sólo han leído sobre el Beato, Juan Pablo II, para llegar a conocer mejor quien era él?
Sí. Algunos en la iglesia joven o la iglesia de los jóvenes adultos, no tendría ningún recuerdo de su visita – algunos de ellos aún no habían nacido, o algunos eran demasiado jóvenes para recordarlo. Esta es una de las razones por la que esta exposición es tan importante.
Podemos volver atrás y recordar lo que ocurrió en esta histórica ciudad y el momento histórico, cuando el Papa de la Iglesia Católica Universal, vino aquí a visitarnos. A menudo se ha dicho de Juan Pablo II, que no quería que las personas vinieran a Roma para ver al Papa. Fue un Papa misionero, y salió a visitarnos y a traernos la presencia de Dios. Mi oración es para todos aquellos que vienen aquí, no sólo para que vean un parte de la historia de Juan Pablo II, y de la arquidiócesis, sino también para que realmente obtengan una visión de la santidad de este hombre, sus enseñanzas, liderazgo y valentía. Oramos para que aquellos que vienen a ver la exposición acojan también una renovación espiritual. Podemos estar seguros de que el Beato, Juan Pablo II, estará rezando por cada uno de nosotros.
Se pueden enviar preguntas para Arzobispo Aymond [email protected]
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