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El domingo, 6 de mayo, otorgará el Premio de la Orden de San Luis a 247 personas, que han ofrecido su servicio voluntario en parroquias y ministerios en toda la arquidiócesis. ¿Qué tan especial es este premio?
Es muy especial. El Arzobispo Hannan comenzó a entregar el premio en 1975, como una forma de agradecer a los héroes anónimos de las parroquias: los voluntarios laicos que dan tanto de sí mismos para ayudar a una parroquia a cumplir su misión de difundir el Evangelio de Jesucristo. Es muy interesante que, el Arzobispo Hannan comenzó el premio en parte porque estaba tan contento con el trabajo del Concilio Vaticano II, que dejó muy claro en “Lumen Gentium” que, a través de nuestro bautismo y confirmación, todos los Católicos, no solo aquellos que están ordenados, o que sirven como religiosos consagrados, juegan un papel vital como parte del cuerpo de Cristo. En el Capítulo 4, de “Lumen Gentium” dice que, los laicos son llamados como “miembros vivientes” del cuerpo de Cristo “para expandir toda su energía para el crecimiento de la Iglesia, y su continua santificación, ya que esta misma energía, es un don del Creador, y una bendición del Redentor” (33). Ese pasaje continúa: “El apostolado de los laicos … es una participación en la misión salvífica de la Iglesia misma. A través de su bautismo y confirmación, todos son encomendados a ese apostolado por el Señor mismo. Además, por los sacramentos, especialmente la Santa Eucaristía, esa caridad hacia Dios y otros que, es el alma del apostolado que se comunica y se nutre. Ahora, los laicos son llamados de una manera especial, para hacer que la Iglesia esté presente y operativa en aquellos lugares y circunstancias, donde solo a través de ellos puede convertirse en la sal de la tierra. Así, cada laico, en virtud de los mismos dones que se le otorgan, es al mismo tiempo un testigo, y un instrumento vivo de la misión de la Iglesia”.
En cierto modo, el trabajo de los laicos en las parroquias, es una parte importante de las prioridades desarrolladas por el sínodo arquidiocesano.
Sí. El premio definitivamente refleja nuestro sínodo, que alienta al pueblo de Dios a servir en el ministerio laico, y también, alienta a las parroquias a preparar futuros líderes para la Iglesia, tanto ordenados como laicos.
¿Quién era San Luis, Rey de Francia?
Luis IX (1214-1270) es el santo patrón de nuestra arquidiócesis y de nuestra catedral. Él era una persona laica que estaba casada, y tenía nueve hijos. Él vivió su vocación como padre y esposo. En su papel de rey de Francia, vivió una vida que reflejaba verdaderamente el liderazgo cristiano. Hizo su mejor esfuerzo durante su reinado como rey, para permitir que las leyes de Francia reflejaran los valores de Jesucristo que vemos en los Evangelios. Sus escritos muestran su cuidado paternal para sus hijos. Llamó a su hijo mayor para que fuera un hombre de oración, y para guiar con el corazón de Cristo.
¿Cómo reacciona la gente cuando se entera de que va a recibir el Medallón de San Luis?
En las últimas semanas, como he estado en varias parroquias, la gente muy a menudo se me acerca y me dice: “Recibí su carta. ¿Está seguro de que la ha enviado a la persona adecuada?” Y siempre digo: “Sí, estoy seguro de que lo enviamos a la persona adecuada”. En mi opinión, el solo hecho de que no se vean a sí mismos como merecedores, es una clara indicación de que son humildes y muy merecedores.
Ellos aprecian el premio, porque es un reconocimiento no solo de su parroquia, sino también de la arquidiócesis, que son vistos por muchos, como siervos que son líderes. Para que la Iglesia se convierta en lo que ella está llamada a ser, necesitamos siervos que sean líderes. Algunas veces, las personas piensan que los líderes son solo los sacerdotes, las religiosas y religiosos o el obispo, pero nosotros como líderes, no podemos cumplir con nuestro ministerio, o nuestras responsabilidades pastorales sin la participación de los laicos en el ministerio. El Vaticano II lo llama, el apostolado de laicos, y estas personas comparten en ese apostolado. Santa Teresa de Calcuta, dice que estamos llamados a vivir nuestras vidas ordinarias, con un amor extraordinario por Dios y por los demás. Estos ganadores del Premio San Luis, lo han hecho. En medio de sus vidas ordinarias, han mostrado un amor extraordinario por Dios y su Iglesia.
¿Es esta otra oportunidad, para que usted explique la importancia de la vida parroquial, a través del lente del sínodo?
Sí. Estoy encantado de que el sínodo ponga un enfoque real en la vida parroquial, y la Orden de San Luis es otro recordatorio de que el verdadero ministerio de la Iglesia, se lleva a cabo diariamente a nivel parroquial y a través de otros ministerios y organizaciones en toda la arquidiócesis. En el nivel arquidiocesano, estamos aquí para apoyar a los que están en las parroquias. Estamos llamados a ser un recurso para ellos.
¿Qué efecto tiene sobre usted la vida de fe de los líderes laicos de la parroquia que reciben el premio?
Muy a menudo, cuando me doy cuenta de lo mucho que los ganadores han hecho y he escuchado sobre su vida de fe, me inspira mucho. Me ayudan a vivir mi fe de forma más generosa y más completa.
Las preguntas para el Arzobispo Aymond pueden enviarse a: [email protected].