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Usted ha hablado mucho sobre las vocaciones desde que regresó a la arquidiócesis en 2009. ¿Por qué?
No tengo ninguna duda que hay muchos hombres jóvenes siendo llamados al sacerdocio, y mujeres y hombres llamados a la vida religiosa en esta arquidiócesis, que aún no han escuchado la llamada. Tal vez han pensado en ello pero están temerosos. En cada parroquia, hay por lo menos un hombre o mujer joven que han sido llamados por Dios, para servir en el liderazgo de la iglesia como un sacerdote o religioso. Es nuestra responsabilidad como una comunidad Católica de orar por aquellos en nuestra parroquia, aunque no sepamos sus nombres.
Le ha pedido a la comunidad de fe, a involucrarse.
El “trabajo” de las vocaciones es sin duda la responsabilidad del director de vocaciones, el Padre Steve Bruno, quien es muy activo en la toma de conciencia para las vocaciones. Pero esto es una responsabilidad compartida entre todos los sacerdotes y religiosos y los fieles laicos. Muy a menudo, después de una confirmación, un adulto viene a mí, y me dice que hay alguien en la clase de confirmación que admiran y creen que sería un buen sacerdote o religioso. Yo les pregunto si han compartido esos pensamientos con ese joven, y el 99 por ciento de las veces la respuesta es no. Entonces, les pido que lo compartan con esa persona joven porque Dios los puede usar para despertar esa llamada.
¿Cuál es nuestro estado actual de las vocaciones?
Tenemos 28 seminaristas, y sinceramente, creo que es un número muy bajo para una archidiócesis del tamaño de la nuestra. Tenemos cerca de medio millón de Católicos, y yo creo que Dios está llamando a más personas para considerar el sacerdocio y la vida religiosa. En nuestra casa de discernimiento para las mujeres, tenemos ocho mujeres jóvenes considerando seriamente la vida religiosa. Una vez más, los desafío como una comunidad de fe a invitar a otros a considerar esta forma de vida.
¿Qué pasa con la influencia de los sacerdotes y las hermanas en su propia vida?
Me conmovió profundamente el ejemplo de los sacerdotes cuando era joven, así como por las Hermanas del Monte Carmelo quienes enseñaban en la escuela de St. James Mayor. Los Hermanos del Sagrado Corazón, me enseñaron en Cor Jesu, que ahora es Brother Martin High School. Su enseñanza y su ejemplo me ayudó a formarme en la persona que soy ahora. Dios ha prometido que no dejaría a su rebaño desatendido. Por lo tanto, no cabe duda de que está llamando a hombres y mujeres jóvenes al liderazgo de la iglesia como sacerdotes, hermanos y hermanas – y él nos usa para ayudarle a despertar esa llamada.
Usted ha empezado a buscar en los países latinoamericanos a seminaristas y sacerdotes de habla hispana. ¿Por qué?
En nuestra arquidiócesis tenemos una diversidad de culturas, particularmente sirviendo como sacerdotes en nuestras parroquias. Estamos profundamente agradecidos con la comunidad vietnamita por el gran número de sacerdotes. También estamos agradecidos con los latinoamericanos y los sacerdotes africanos que se han unido a nosotros. Mirando hacia el futuro, no tenemos un número suficiente de sacerdotes para atender las necesidades de nuestra creciente comunidad Católica latinoamericana. Hemos llegado a un acuerdo con la diócesis en Colombia, y se entrevistarán a algunos hombres de ese país para que vengan posiblemente a los Estados Unidos, y asistan al Seminario de Notre Dame y sean ordenados para la Arquidiócesis de Nueva Orleáns.
¿Esto es una respuesta a corto plazo?
Esto será útil a corto plazo, pero la pregunta que necesitamos hacerle a la creciente comunidad latinoamericana es: ¿No tenemos más hombres y mujeres jóvenes latinoamericanos para servir a la iglesia como líderes? La misma pregunta puede ser para la comunidad afro-americana y ahora a la comunidad vietnamita. No tenemos un número suficiente proporcional de vocaciones para los latinoamericanos, vietnamitas y afro-americanos. Necesitamos sacerdotes y religiosos de estas culturas para ministrar a su propia gente. Hace años, cuando los inmigrantes llegaron a Estados Unidos, enviaban a un sacerdote con ellos. Ahora tenemos que alentar las vocaciones dentro de estas comunidades ahora en los Estados Unidos.
¿Qué significa todo esto?
Sé que Dios es el director de las vocaciones – él es quien llama. No obstante, tenemos que hacer nuestra parte. A veces los padres realmente desalientan a sus hijos cuando consideran la vocación al sacerdocio o a la vida religiosa, y es lamentable que un padre fuera un obstáculo para su hijo en su respuesta al llamado de Dios para servir a la iglesia. Necesitamos orar por esos padres. Tenemos que tener cuidado cuando se habla de una escasez de vocaciones, porque algunas personas hablan del problema como si lo fuera de Dios – que él no está llamando a suficiente personas. Dios rechaza eso, y dice que está llamando y plantando la semilla. ¿Pero, qué estamos haciendo para nutrir la semilla y llevarlo a rendir fruto?
Preguntas para el Arzobispo Aymond pueden enviarse a clarionherald@clarionherald.org.
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