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¿Qué tan emocionado estuvo por la canonización del Papa Juan Pablo II, y el Papa Juan XXIII?
Estuve muy emocionado. Aunque tuve el privilegio de estar con Juan Pablo II muchas veces – y, por supuesto, él visitó Nueva Orleáns en 1987 – no tuve la oportunidad de conocer a Juan XXIII. Sin embargo, recuerdo vívidamente a Juan XXIII cuando era un niño, y cuando fue electo Papa. Cuando abrió el Concilio Vaticano II, recuerdo haber visto la ceremonia de apertura. Cuando era estudiante, rezamos todos los días después del receso de la mañana, por el éxito del Concilio Vaticano II.
Tuvo mucha valentía Juan XXIII al convocar un Concilio, ¿No?
Sí. Juan XXIII admitió que cuando habló con algunos de sus asesores, le dijeron que era tonto y viviría peligrosamente. Pero, mediante la oración y nuevas consultas, él realmente creía que el Espíritu Santo lo estaba llamando para hacer esto, y él tomó ese riesgo y debe ser admirado por eso. Su verdadera intención en la apertura del Vaticano II, no era para cambiar ninguna de las enseñanzas de la iglesia, sino para que la iglesia tuviera dirección y responda a las señales en esos tiempos. Lo llamó “abriendo las ventanas.” Dijo que no quería que la iglesia fuera un museo, y eso no era un comentario negativo del pasado. A veces, creo que es injusto, cuando la gente dice que algo negativo sucedió en la iglesia por el Concilio Vaticano II. Eso es muy injusto y una tergiversación del Concilio Vaticano II. En primer lugar, creemos que el Espíritu Santo guió a los obispos durante el Concilio Vaticano II. En segundo lugar, después del Concilio Vaticano II fue la época de la revolución sexual, un tiempo cuando la gente dijo que no confiaban en la autoridad. También fue un momento de adoración al medio ambiente en lugar de Dios. Era la “generación yo” y la idea de libertad como licencia. A veces la gente puede mirar atrás, y decir, “Todos estos sacerdotes, y religiosas y hermanos, se salieron debido al Vaticano II.” Creo que es una declaración falsa. Se fueron por las cosas que estaban ocurriendo en el mundo, y que pasaron al mismo tiempo. El propósito del Concilio Vaticano II, no era cambiar las enseñanzas de la iglesia, sino para hacerlos más explicable en ese momento. El Concilio también abordó temas de moralidad, la espiritualidad y la liturgia que no se habían abordado antes. El hecho de que el Papa Juan Pablo II fue quien Beatificó a Juan XXIII – y ahora es el Papa Francisco es quien lo canonizó a él – resulta claro para mí que ambos hombres vieron lo que hizo en el Concilio Vaticano II, es como una bendición para la iglesia, que fue una movida por el Espíritu Santo.
¿Qué piensa acerca de San Juan Pablo II?
Él es un Papa histórico, porque la mayoría de la gente puede relacionarse con él. Era un hombre santo. Conocía muy bien al Señor. Fue profético. Predicó la palabra de Dios, y él lo hizo de una manera respetuosa, y no anduvo con rodeos, como lo hizo por todo el mundo. Él era un Papa misionero. Dijo que no quería que la gente tuviera que venir a Roma para ver al Papa – que él iría a ellos. Hacia el final de su papado, como su salud se deteriora, obviamente encontró difícil viajar. Pero recuerdo aquel joven Juan Pablo II quien visitó Nueva Orleáns. Recuerdo que el joven John Paul que conocí en Roma cuando yo era un joven sacerdote trabajando con las Obras Misionales Pontificias. Él era un hombre que estaba enamorado de la joven iglesia. Recuerdo todas las veces que fui al Día Mundial de la Juventud. Los jóvenes le cantaban, “¡Juan Pablo 2, te amamos!” y él contestaba, “¡Juan Pablo 2, los ama!” Esa fue su mantra. También usó sus dotes de drama en el buen sentido. Eso le ayudó a sentirse cómodo con algunas de las cosas más públicas que tenía que hacer. Tuve el privilegio de estar en su capilla muchas veces, y verlo arrodillado en oración ante el Santísimo Sacramento. Fue una experiencia espiritual en sí mismo.
Usted era el rector del seminario de Notre Dame, cuando él llegó a Nueva Orleáns. ¿Tiene algún recuerdo específico de ese tiempo?
Cuando él llegó el viernes por la noche, estaba muy cansado, pero bajó del auto y se acercó a los seminaristas y a las personas que estaban allí para darle la bienvenida. Al día siguiente, hizo muchas presentaciones, y regresó al seminario en el Papamóvil. Lo condujeron alrededor del círculo, frente al seminario, y el Arzobispo Hannan, quería que Él saliera del auto a estrechar la mano con el coro polaco, pero el servicio secreto y otras personas de seguridad, cerraron la puerta, y le dijeron: “lo siento, arzobispo, esto no es posible.” Entonces el Papa intentó abrir la puerta, y de golpe, se la cerraron a él también. ¡Es la primera vez que he visto tanto al Papa y al arzobispo estar tan limitados por la seguridad!
Pueden enviar sus preguntas al Arzobispo Aymond a: [email protected].
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