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Usted celebró la Misa el sábado pasado en honor del Día Mundial de la Vida Consagrada. ¿Puede hablar sobre las vocaciones en general, que incluirían las vocaciones al sacerdocio, o la vida religiosa y, las vocaciones a la vida matrimonial o soltera?
Muchas veces, cuando las personas hablan sobre su futuro, dirán: “No estoy seguro de lo que quiero hacer” o “Creo que esta es la profesión que quiero”. A medida que los jóvenes reflexionan profundamente sobre su futuro, podría serles útil, pensar en la pregunta de otra manera. Algo como esto: “Dados los dones que Dios me ha dado, ¿Para qué me llama Dios a hacer? ¿A qué vocación me está llamando Dios?” Acabamos de celebrar un día para honrar a las mujeres y los hombres en la vida consagrada, a quienes llamamos religiosos con frecuencia. Somos conscientes y agradecidos de que Dios los haya llamado a la vida consagrada. Al decir que sí, se han permitido formarse y, les agradecemos por su ministerio dedicado. La Iglesia, en la Arquidiócesis de Nueva Orleáns, no sería la Iglesia vibrante que es hoy, sin los casi 300 años de servicio que los religiosos han brindado, desde que las Hermanas Ursulinas llegaron a Nueva Orleáns en 1727, para ministrar al pueblo de Dios. Personalmente, estoy muy agradecido por el trabajo de nuestros religiosos y, por la oportunidad de compartir el ministerio con ellos.
¿Qué tiene de singular su vocación?
Estas mujeres y hombres hacen votos de pobreza, castidad y obediencia. Afirman que no poseerán nada y, todo lo que tienen proviene de su comunidad y, se comparte con su comunidad. Prometen la castidad, que es un compromiso de pureza y, de ver al Señor Jesús como su “todo”. No se casan voluntariamente, para darse completamente a sí mismos. A través de la obediencia, prometen hacer lo que sea necesario en la Iglesia y, dejar ir sus propios deseos. Los religiosos en nuestra arquidiócesis sirven en muchos ministerios, incluyendo educación, atención médica, ministerio parroquial, administración y áreas de caridad y justicia social.
¿Podría hablar de la vocación a la vida matrimonial?
El catecismo enseña que, el sacramento del matrimonio “está, por su naturaleza, ordenado hacia el bien de los cónyuges y, la procreación y educación de los hijos; este pacto entre las personas bautizadas, ha sido elevado por Cristo el Señor, a la dignidad de un sacramento.” Aunque la vida religiosa y el sacerdocio excluyen el matrimonio, creemos que, como Iglesia, el matrimonio es un modo de vida sagrado, en el que dos personas se unen para entregarse completamente el uno al otro y, al mismo tiempo, invitan a Dios a su relación. Creemos que los esposos se capacitan mutuamente, para convertirse verdaderamente en quienes son por el amor del otro. Damos gracias a quienes viven el sacramento del matrimonio y hacen muchos sacrificios por los demás, especialmente por sus hijos. La vida familiar está en el corazón de quienes somos como Iglesia, el pueblo de Dios. Hoy, también somos conscientes de aquellos que son padres solteros y, de quienes han experimentado la separación o el divorcio. A aquellos que han experimentado ese dolor, tanto a los esposos como a los hijos, extendemos nuestras sinceras oraciones y, deseamos ser de apoyo.
¿Qué hace la arquidiócesis para promover las vocaciones en todos los niveles?
Nuestra Oficina de Vocaciones, la Oficina de Diaconado Permanente y, la Oficina de Trabajo Religioso, con hombres y mujeres que creen que Dios puede llamarlos al sacerdocio, al diaconado o a la vida religiosa. Tenemos dos seminarios en nuestra arquidiócesis que preparan a los hombres para el sacerdocio y, también brindan formación teológica, intelectual, humana y pastoral, para los laicos a través del Instituto para el Ministerio Eclesial Laico y programas de maestría. El sínodo arquidiocesano estableció como meta, tener un comité de vocaciones activo en cada parroquia, para alentar las oraciones para la concientización a las vocaciones al sacerdocio y la vida religiosa. Y, nuestra Oficina de Matrimonio y Vida Familiar proporciona recursos y talleres para fortalecer los matrimonios y, ayudar a preparar a las parejas para el matrimonio sacramental. En la vida cristiana, el llamado divino a seguir cierto estado en la vida, es llamado vocación. La siguiente descripción en la “Enciclopedia Católica” de Our Sunday Visitor es algo que todos podemos tomar en serio: “En su sentido más amplio, el término (vocación) se refiere al llamado universal de Dios a todos, a una vida de gracia y, unión con Él. Esta es la vocación más grande, el llamado que da a la vida humana su destino y, significado sobrenaturales”.
Las preguntas para el Arzobispo Aymond se pueden enviar a: clarionherald@clarionherald.org.