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Usted escribió lo siguiente en Facebook, una semana antes de la elección presidencial: “¿¿¿Me pregunto porque??? En las campañas políticas hoy, a nivel nacional, estatal y local, ¿Por qué los candidatos se lanzan, no por sus dones y calificaciones, sino en las debilidades de otros? ¿Qué pasaría si hubiera una ley para no degradar al otro en las campañas? … Debemos enseñar a los niños, a no seguir el ejemplo de muchos candidatos de hoy. ¿Te preguntas conmigo?… ¿Es este la forma americana??? ¿Qué haría Jesús? ¿Qué piensa él de nuestras actitudes, y las palabras en la política? Voy a orar por eso hoy… ¿Lo harás tú?” ¿Qué lo llevó a escribir eso, y le sorprendió la respuesta que recibió?
Lo que escribí en Facebook, fue lo que sentí, y también lo que escuché de tantas personas diciendo y sintiendo en tantas y diferentes formas. Hubo una abrumadora respuesta, no sólo representada por el número de personas que lo vieron, sino también, por aquellos que respondieron con “Amén” o “Pensaré en esto” o “Yo oraré por esto”.
Ahora que la elección ha terminado, es importante que, cualquiera que sea el lado en el que estemos – o si no estamos de ningún lado – que aceptemos los resultados, y que nos unamos como nación de la mejor manera posible, en un espíritu de unidad.
No es necesario decir, que en cualquier elección, que los candidatos no siempre reflejan plenamente las enseñanzas de Cristo y de la Iglesia.
Debemos asegurarnos de que si bien somos ciudadanos fieles de los Estados Unidos, y somos fieles al gobierno, al mismo tiempo, debemos defender los valores que Cristo defendía y vivir nuestras vidas en un espíritu de libertad religiosa. Podemos hacerlo de una manera noble.
¿Cómo se caracteriza el tono, y otros aspectos de la campaña?
Me parece que la campaña es mucho más larga de lo que debe ser, porque da más tiempo para más insultos. Lo que vimos en esta elección, fue el irrespeto total hacia otros seres humanos. Creo, que la campaña ha causado que nuestra nación se inquiete por varias razones. Espero que la falta de cortesía que hemos visto en esta campaña, no afecte terriblemente a nuestros hijos. Tenemos que decirles que esto no es el camino americano; esta no es la manera en que Jesús quiere que nos tratemos unos a otros. Podemos aprender de esto, y hacer una diferencia en el mundo, porque podemos cambiar la falta de respeto y los insultos, que se han hecho con tanta frecuencia.
¿Adónde vamos ahora? La nación está tan dividida.
Mientras miramos hacia el futuro con un nuevo líder, ninguno de nosotros tiene una bola de cristal, y ninguno de nosotros sabe qué pasará o qué vendrá. Por lo tanto, debemos orar, y orar y orar para que de alguna manera en medio de lo que ha ocurrido durante la última semana, para que como cristianos, podamos ser audaces y valientes al hablar de nuestra fe, y vivir la fe.
Debemos hacer todo lo que podamos para influir en el Congreso y en el presidente, para que no sólo tengamos libertad religiosa, sino también, que los valores del cristianismo sean preservados, y fomentados de alguna manera.
A menudo pienso en el santo patrón de nuestra archidiócesis – San Luis Rey de Francia – que se aseguró de que todas las leyes de Francia reflejaban los valores evangélicos de Cristo. ¿Puede imaginar cómo serían los Estados Unidos si nuestros líderes, tanto en el Congreso, como en el Poder Ejecutivo, quisieran lograr eso?
¿Esta elección expuso el miedo en los corazones de muchos estadounidenses?
Lo que la campaña y las elecciones sacaron a relucir, es que la gente – no importa en qué lado estaban – estaba enojada, y en un estado de ánimo en cierto nivel de desesperación.
Muchos creen que el gobierno, no ha cumplido con sus responsabilidades. Debemos recordar, que en los días más oscuros, Dios trae luz, y Jesús se pone delante de nosotros, y dice: “Venid a mí. No tengas miedo. Yo camino contigo.
¿Qué pueden hacer los Católicos de manera individual después de toda esta acalorada retórica?
A nivel personal, como Católicos, estamos llamados a ser civilizados con nuestro prójimo.
Lo que parece estar sucediendo en los Estados Unidos – y en nuestro mundo de hoy – es que la gente se siente libre para decir lo que quiera decir, sin filtrar sus pensamientos a través de sus cerebros o sus corazones.
Al hacerlo, podemos decir cosas muy odiosas a los demás. Podemos poner a la gente muy abajo y tratar de despreciarlos.
Creo que esto se manifestó no sólo en las elecciones nacionales, sino también en nuestras elecciones locales. Todos los candidatos estaban haciendo lo mismo al ir por la yugular de sus oponentes.
Me he hecho algunas preguntas: ¿Tengo cuidado en la forma en que uso las palabras? ¿Pienso antes de hablar?
Cuando no soy cuidadoso con mis palabras, ¿estoy lastimando a otros o burlándome de ella, ya sea directa o indirectamente?
Sabemos que ciertamente no es lo que Jesús vino a enseñarnos. Quizás, podamos llevar eso a la oración.
Proverbios 15:1 es algo sobre lo que todos podemos reflexionar: “Una respuesta suave quita la ira, pero una palabra áspera alza la ira”.
Preguntas para el Arzobispo Aymond pueden ser enviadas a: [email protected].
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