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El Arzobispo Gregory Aymond viajó a Roma esta semana junto con los obispos de cinco estados del sur, para su visita “ad limina” requerida con el Papa Francisco, que ocurre aproximadamente cada cinco años.
La peregrinación de los obispos a Roma, comúnmente conocida como “ad limina apostolorum” (hasta el umbral de los apóstoles), incluye una reunión grupal con el papa, durante la cual los obispos pueden plantear asuntos pastorales, reuniones informativas con los líderes de varias congregaciones del Vaticanos, y la celebración de la Misa en las tumbas de los apóstoles, Pedro y Pablo.
Según la “Enciclopedia Católica” de Our Sunday Visitor, el término “ad limina” (apostolorum) literalmente se refiere a una visita al umbral o, al hogar de una persona o, personas en particular.
Los obispos de Luisiana, Kentucky, Tennessee, Alabama y Mississippi comprenden la V Región de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.
La provincia eclesiástica de Nueva Orleáns abarca todo el estado de Luisiana, que incluye las otras seis diócesis de Alejandría, Baton Rouge, Houma-Thibodaux, Lafayette, Lake Charles y Shreveport.
La provincia eclesiástica de Louisville comprende los estados de Kentucky (Louisville, Covington, Lexington y Owensboro) y, Tennessee (Knoxville, Memphis y Nashville).
La provincia de Mobile cubre los estados de Alabama (Mobile y Birmingham) y, Mississippi (Biloxi y Jackson).
En términos generales, la Iglesia ha requerido que se realicen visitas ad limina cada cinco años, aunque estuvieron más espaciadas durante la última parte del pontificado del Papa Juan Pablo II, debido a su mala salud.
En lugar de leer un discurso formal a los obispos reunidos, el Papa Francisco se ha acostumbrado a abrir una conversación con ellos y, responder a las preguntas que surjan. El Papa, también, se une a los líderes de varios dicasterios del Vaticano, en una reunión grupal con los obispos de la región.
Antes de la ad limina, el Arzobispo Aymond y sus compañeros obispos, enviaron al Vaticano un informe “quinquenal” (cinco años), sobre la actividad pastoral de sus respectivas diócesis.
La tradición de la visita ad limina, se remonta al menos a la época del Papa San León III, quien murió en 816.
Durante su visita ad limina a principios de noviembre, el cardenal de Boston Sean P. O’Malley notó cómo la oración en las tumbas de San Pedro y San Pablo, forma “la esencia misma” del requerimiento del peregrinaje de los obispos que, deben realizar regularmente a Roma, para fortalecer su fe y, su vínculo con el Papa e, informar sobre el estado de sus diócesis.
Al referirse a San Pablo como “el fariseo” y a San Pedro como “el pescador”, el cardenal O’Malley dijo que, Jesús, eligió a “personas muy improbables para dirigir su Iglesia”.
“Estoy seguro de que sentimos lo mismo por nuestras vocaciones”, dijo. “No fuimos elegidos porque éramos los más guapos, los más inteligentes o los más santos, pero en la providencia de Dios, Él nos llamó a esta responsabilidad”.
Con un vestido rojo, para honrar al mártir San Pedro, el cardenal, alentó a los obispos a buscar la intercesión del apóstol “para confirmarnos en nuestra fe y, ayudarnos a ser buenos pastores del rebaño de Cristo”.
“Jesús está construyendo su Iglesia en la fe de Pedro”, dijo el cardenal O’Malley. Y como obispos, “debemos ser hombres de fe, una fe que es una revelación del Padre, alimentada por la oración, las Escrituras, los sacramentos y, el testimonio de nuestros compañeros creyentes “.
La “última y más grande” pregunta que Jesús le hizo a Pedro es “¿Me amas?” dijo el cardenal.
“Hoy, ante la tumba de Pedro, pidamos a los obispos la gracia de responder a estas preguntas de la manera que lo hizo Pedro, con una profesión de fe, una profesión de esperanza y una profesión de amor”, dijo.